Wednesday, May 5, 2010

Henry David Thoreau



"Si una persona pasea por el bosque por placer todos los días, corre el
riesgo de que le tomen por un haragán; pero si dedica el día entero a
especular cortando árboles y dejando la tierra árida antes de tiempo, se le
estima por ser un ciudadano trabajador y emprendedor"


Henry David Thoreau, (1817-1862), escritor, filósofo y naturalista estadounidense, cuya obra demuestra cómo los ideales abstractos de libertarianismo e individualismo pueden manifestarse efectivamente en nuestras vidas. Nació en Concord, Massachusetts. De 1841 a 1843 Thoreau vivió en casa del ensayista y filósofo trascendentalista Ralph Waldo Emerson. En 1845 Thoreau se mudó a una pobre cabaña en las orillas del Pantano de Walden, donde vivió dos años y se dedicó a estudiar la naturaleza, meditar sobre problemas filosóficos, leer literatura clásica y sostener largas conversaciones con sus vecinos.

Durante la vida de Thoreau sólo se publicaron dos de sus numerosas obras: Una Semana en los Ríos Concord y Merrimack (1849) y Walden - la Vida en el Bosque (1854). Una Semana en los Ríos Concord y Merrimack es la narración de un viaje en bote que Thoreau hizo con su hermano en 1839. En Walden, su libro más trascendental y conocido, Thoreau explica sus razones para vivir apartado de la sociedad y dedicarse a un estilo de vida sencillo y a la observación de la naturaleza.

En 1846 Thoreau prefirió ser encarcelado antes que pagar impuestos que apoyarían la guerra contra México (1846-1848). Dejó sentada su posición en el ensayo Resistencia al Gobierno Civil (1849), en el que también aborda el tema de la desobediencia civil y la resistencia pasiva, un método de protesta que luego fue adoptado por el líder indio Mohandas Gandhi, y por los activistas de los derechos civiles en Estados Unidos.

En 1837, a los 19 años, Thoreau dio un discurso a los nuevos alumnos de Harvard, donde decía que el hombre debe trabajar un día a la semana y dejar los otros seis a las sublimes revelaciones de la naturaleza. En 1849 lamentaba lo que las represas le habían hecho a la alosa, un pez que antes abundaba y era pescado por los indígenas con un método de redes que luego les enseñaron a los blancos. Las alosas estaban desapareciendo porque las presas, luego los canales, y después las fábricas, impedían sus migraciones hacia el norte. En 1858 abogó por la creación de "reservas nacionales en donde puedan seguir existiendo el oso y la pantera, e incluso bestias cazadoras, y donde no llegue la civilización a expulsarlas de la tierra; que no sirvan como pasatiempo o comida, sino como inspiración para nuestros verdaderos pasatiempos" .

Algunas de las citas de Thoreau que me parecen más valiosas:

El mejor gobierno es el que menos gobierna.

La ardilla que matas por broma muere en serio.

Alegrémonos de que no podemos volar, y ensuciar el cielo como hemos ensuciado la tierra.

Parecemos insistir en seguir siendo adultos para narrar los sueños de nuestra niñez, y éstos se desvanecen de nuestra memoria antes de que aprendamos a hablar.

De todas las ebriedades, ¿quién no prefiere embriagarse con el aire que respira?

¿Qué es un país sin conejos ni perdices? Están entre los animales más sencillos y comunes; son familias antiguas y venerables, conocidas para los antiguos y para los modernos; son de la sustancia y color mismo de la Naturaleza; son los aliados más cercanos de las hojas y el suelo.

Después de todo, el campo de batalla posee muchas ventajas sobre la sala de reuniones. Al menos no hay lugar a pretensiones o excesiva ceremonia; no hay manos que se estrechan ni narices que se frotan, lo que hace a uno dudar de la sinceridad del otro; sino un juego de manos apasionado y duro. Al menos exhibe una de las caras de la humanidad: el otro, sólo una máscara.

Los libros, no los que nos den un gozo escondido, sino en los que cada pensamiento nos produce un cariño especial, pensamientos que un haragán no pueda leer, y que no entretengan a un tímido, que incluso nos vuelvan peligrosos para las instituciones existentes: ésos llamo yo buenos libros.

¿Por qué rebajarnos siempre a nuestra percepción más torpe y alabarla como sentido común? El sentido más común es el de los hombres cuando duermen, y se expresa roncando.

Tengo mucha compañía en casa: especialmente por las mañanas, cuando nadie viene.

No tengo muy buena opinión sobre el proceder de conformarse por fuera y vivir la propia vida por dentro.

La masa de los hombres lleva una vida de tranquila desesperación.

Es interesante preguntarse por cuánto tiempo conservarían los hombres sus rangos relativos si se les privara de sus ropas.

No debes criticarme si hablo con las nubes.

¿Qué suele hacer la educación? Hace un recto canalito de irrigación a partir de un arroyo libre y sinuoso.

Teme a todo nuevo emprendimiento que requiera nuevas ropas y no, más bien, un nuevo portador de ellas.
El error más amplio y difundido necesita la virtud más desinteresada para sostenerse.

Navegar miles de millas a través del frío y las tormentas y los caníbales en un barco del gobierno con quinientos hombres y muchachos que lo asistan a uno es más fácil que explorar el mar privado, los océanos Atlántico y Pacífico del estar solo... no vale la pena darle la vuelta al mundo para contar cuántos gatos hay en Zanzíbar.

Con avaricia, egoísmo y un hábito de degradación del que ninguno de nosotros está libre, al ver la tierra como propiedad, o, principalmente, como el medio para adquirir propiedad, el paisaje se deforma, la administració n de la tierra se pervierte con nosotros, y el agricultor lleva la vida más vil de todas. Él conoce la Naturaleza sólo como un ladrón.

Los agricultores me inspiran respeto y admiración en proporción a su pobreza.

Una de las cosas más atractivas de las flores es su bello silencio y modestia.

El gobierno es, en el mejor de los casos, una conveniencia, pero la mayoría de los gobiernos suele ser, y todos son a veces, inconvenientes. Las objeciones que se han levantado contra los ejércitos permanentes, y son bastantes y muy sólidas, y merecen permanecer, pueden hacerse también contra los gobiernos permanentes.

Cualquier tonto puede hacer una regla, y cualquier tonto la obedecerá.

Mide tu salud según tu armonía con la mañana y la primavera. Si en ti no hay respuesta al despertar de la naturaleza, si la perspectiva de una caminata en la madrugada no desvanece el sueño, si el trinar del primer azulejo no te estremece, debes saber que la mañana y la primavera de tu vida han pasado. Así puedes medirte el pulso.

Fui a vivir al bosque porque quise vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que tenía para enseñarme, para no descubrir a la hora de mi muerte que no había vivido... quise vivir en lo profundo y extraer el tuétano de la vida, vivir de manera tan robusta y espartana que desterrara todo lo que no fuera vida, cortar la maleza a ras del suelo y arrinconar la vida, reducirla a los menores términos.

Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se ha perdido necesariamente: allí es donde deben estar. Ahora pon los cimientos debajo.

El hombre que viaja solo puede comenzar hoy, pero el que viaja con otro debe esperar a que ese otro esé listo, y puede pasar mucho tiempo antes de que empiecen a moverse.

Un hombre es rico en proporción a las cosas de las que puede prescindir.

Un lago es el aspecto más bello y expresivo del paisaje. Es el ojo de la tierra, donde el observador mide la profundidad de su propia naturaleza.

La mayoría de los lujos y muchas de las llamadas comodidades de la vida no sólo no son indispensables, sino que son claros obstáculos para la elevación de la humanidad.

Una minoría carece de poder alguno cuando se conforma al proceder de la mayoría; ni siquiera es una minoría entonces. Pero es irresistible cuando deja que su propio peso se sienta.

Nunca podemos tener suficiente naturaleza. Debemos llenarnos de energía ante la vista de su vigor infatigable, sus vastas y titánicas figuras, la costa accidentada del océano, el mundo salvaje con sus árboles vivos y marchitos, la nube tormentosa y la lluvia que dura tres semanas y produce arroyuelos. Necesitamos ver transgredidos nuestros propios límites, y la vida pastoreando libre donde nosotros nunca nos aventuramos.

Denme la pobreza que disfruta una riqueza verdadera.

Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el verdadero lugar de un hombre justo es la prisión.

No respeto el trabajo de aquel en cuya granja todo tiene un precio, de aquel que llevaría el paisaje o su dios al mercado si le fueran a dar algo por él, y que va al mercado a comprarse un dios; de aquel en cuya granja nada nace libre, y cuyos campos no producen cosechas, cuyas praderas no producen flores, cuyos árboles no producen frutos, sino dólares.

Declaro tranquilamente mi guerra contra el Estado, a mi manera, aunque seguiré haciendo uso y tomando provecho de él como pueda, como es usual en estos casos.

Lo que llaman resignación es una desesperación confirmada.

Si conociéramos todas las leyes de la Naturaleza, necesitaríamos sólo un hecho, o la descripción de un fenómeno, para predecir todos los resultados particulares en ese punto. Ahora sabemos sólo unas cuantas leyes, y nuestros resultados son viciados, pero no, claro está, por alguna confusión o irregularidad en la Naturaleza, sino por nuestra ignorancia de elementos esenciales en los cálculos. Nuestras nociones de la ley y la armonía se confinan por lo general a los casos que detectamos, pero es aún más maravillosa la armonía que resulta de un número mucho mayor de leyes en apariencia conflictivas, pero en realidad convergentes, que no hemos detectado. Las leyes particulares son nuestros puntos de vista, tal como al viajero el perfil de la montaña le parece cambiar a cada paso, y tiene un número infinito de perfiles, pero absolutamente una sola forma. Aunque la traspasemos o dividamos, no es comprendida del todo.

Las cualidades más finas de nuestra naturaleza, como las plantas en flor, se preservan sólo con los cuidados más tiernos. Sin embargo, no nos tratamos a nosotros mismos ni unos a otros con tal delicadeza.

¡Sencillez, sencillez, sencillez! Digo yo, que tus negocios sean dos o tres, y no cien ni mil, en vez de un millón cuenta una docena, y lleva tus cuentas en la uña del pulgar.

Lo que los hombres llaman virtudes sociales, buena camaradería, es comúnmente poco más que la virtud de los cerdos en camada, que yacen juntos para mantenerse calientes.

Si saludas con alegría al día y la noche, y la vida emite un aroma de flores y hierbas dulces, es más elástica, más llena de estrellas, más inmortal, ése es tu éxito. Toda la naturaleza es tu premio, y por un momento tienes motivo para sentirte bendecido.

Si mil hombres dejaran de pagar sus impuestos este año, ésa no sería una medida violenta y sanguinaria, como lo sería pagarlos y permitirle al Estado cometer violencia y derramar sangre inocente. De hecho, ésta es la definición de una revolución pacífica, si tal cosa es posible.

Nuestros inventos están destinados a ser lindos juguetes, que distraen nuestra atención de las cosas serias. Son sólo medios mejorados hacia un fin no mejorado.

La Tierra no es un simple fragmento de historia muerta, capa sobre capa como las hojas de un libro, para que lo estudien principalmente los geólogos y los anticuarios, sino poesía viva como las hojas de un árbol, que precede a las flores y los frutos; no una Tierra fósil, sino una Tierra viva, y junto a su gran vida central toda la vida animal y vegetal es un simple parásito. Sus dolores arrancarán nuestros caparazones de sus tumbas.

Visita la Armada, y contempla a un marino, un hombre tal como el gobierno estadounidense puede crear con sus oscuras artes: una simple sombra queda de su humanidad, un hombre vivo, de pie, pero a la vez ya sepultado con saludos de armas y honores funerarios.

El hombre rico... siempre se vende a la institución que lo enriquece. Cuanto más dinero, menos virtud, absolutamente.

Vive cada estación a medida que pasa: respira el aire, toma las aguas, come los frutos, y resígnate a sus respectivas influencias. Que sean ellos tu única bebida dietética y medicina botánica.

Nunca habrá un Estado realmente libre e ilustrado hasta que reconozca al individuo como un poder superior e independiente, del cual se derivan toda su autoridad y su poder, y lo trate como tal. Me complazco imaginando un Estado que por fin pueda permitirse ser justo con todos los hombres, y que trate al individuo con respeto, como a un vecino, que no sienta amenazada su tranquilidad si unos cuantos deciden vivir apartados de él, sin entrometerse, sin ser envueltos por él, cumpliendo todos sus deberes de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera esta clase de fruto y le permitiera caer al suelo tan pronto madurara prepararía el camino hacia un Estado aún más perfecto y glorioso, que también he imaginado, pero que no he visto en ninguna parte.

El universo es más amplio que nuestra visión sobre él.

En las tierras silvestres está la salvación del mundo.

Necesitamos el tónico de lo silvestre, vadear humedales donde se ocultan el alcaraván y el gallo salvaje, y oír el tronar del ave agachadiza; oler la silenciosa juncia donde sólo construyen sus nidos las aves más solitarias, y donde el visón se arrastra con el vientre pegado al suelo.

No podemos matar el tiempo sin lastimar la eternidad.

Los hombres se han vuelto herramientas de sus herramientas.

¡Ese endiablado caballo de hierro, cuyo relinchar ensordecedor se oye por toda la ciudad, ha embarrado con sus pies el Arroyo Hirviente y ha devorado todos los árboles del Pantano de Walden, ese caballo troyano, con mil hombres en su vientre, traído por mercenarios griegos! ¿Dónde está el campeón (...) que pueda introducir una lanza vengadora entre las costillas inflamadas de ese monstruo?

Todo hombre que se haya dedicado a preservar sus facultades más elevadas o poéticas en la mejor condición ha sentido una particular inclinación a abstenerse de comer todo animal, y de comer mucho de cualquier cosa.

No tengo duda de que es parte del destino de la humanidad, en su mejoramiento gradual, dejar de comer animales, tan seguramente como las tribus salvajes han dejado de comerse entre sí cuando entraban en contacto con las más civilizadas.

Un granjero me dice: "no puedes vivir sólo de vegetales; no te dan nada para mantener tus huesos", y religiosamente dedica parte de su día a suministrarle a su sistema la materia prima de sus huesos, hablando mientras camina detrás de sus bueyes, que, con sus huesos hechos de vegetal, lo llevan a él y a su arado por encima de los obstáculos.

Hay novecientos noventa y nueve defensores de la virtud por cada hombre virtuoso.

La riqueza superficial sólo compra superficialidades. No se necesita dinero para comprar las necesidades del alma.

Muchos de los fenómenos del invierno sugieren una ternura inexpresiva y una delicadeza frágil. Estamos acostumbrados a oír describir a este rey como un tirano duro e irascible, pero con la delicadeza de un amante adorna los rizos del verano.

El costo de una cosa es la cantidad de lo que llamo vida que tengo que intercambiar por ella, inmediatamente o en el largo plazo.

Por búsqueda de nuevos emprendimientos, los hombres están donde están, comprando y vendiendo, y gastándose sus vidas como siervos.

Son los lujosos y disipados quienes dictan las modas que el rebaño sigue diligentemente.

Rocas, árboles... el mundo real.

"Henry David Thoreau, quien nunca se ganó la vida en gran manera, ni sostuvo con ninguna mujer una relación más allá de lo fraternal, quien vivió casi siempre bajo el techo de sus padres... quien defendía una rutina semanal de un día laboral y seis de descanso y quien en su pueblo natal era considerado como loco... es, probablemente, el escritor estadounidense que mejor nos enseña cómo vivir con nuestra compañía más constante: nosotros mismos." (Edward Hoagland)

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